martes, 26 de enero de 2010

SUELE PASAR DE MANERA IMPREVISTA Y DESCUIDADA

De los pocos centavos que tengo, de la mujeres que deleitan mi mirada y un toque en la pierna, un acariciar nervioso del rostro, un gesto que invita al sosiego, lágrimas muchas, más un nudo en la garganta.

Ella me había contado que se había divorciado y estaba muy triste, la historia era de largo aliento y yo que como tortura compartida la escuchaba, era un castigo, era una procesión de imágenes en su memoria y luego al ya convertirse en jornada maratónica yo aguantaba como soldado pero ya pedía punto final.

Luego cuando la historia ya concluía cual culebrón pero con un final muy tibio y no la esperada infidelidad en la cara de la sufrida esposa. Bueno, lloró y yo por la distancia de ella solo cogí sus manos y la consolé.

Luego para saber que es la mejor manera de ganar puntos y calentarse propusé el cine a lo cual ella accedió y en la película lloró y ya venía acariciando sus piernas y por más que rehuía el toqueteo yo avanzaba hasta tocar sus senos diciendo como si lo hubiese hecho de manera torpe “disculpa”.

El toque en su rostro, al ver sus ojos brillosos, muy llorosos. El beso que fue avanzando primero rechazado pero luego vencida por la insistencia. Y entre palabras efectivas. Nos seguíamos calentando en la sala.

Luego de terminar la película conversamos y liberamos nuestros ímpetus con el toque de nuestros cuerpos de manera frenética en un lugarcito cercano al cine para evitarnos largas caminatas. Luego ya aliviados y sin complejo de culpas nos fuimos cada uno por donde nuestro destino indicase.

25/01/10

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