DE LOS HABITUALES RITOS DEL ESCRITOR
El buen escritor se ve envuelto por la seducción de la vorágine de la vida que lo tiene absorbido como prisionero feliz de sus sorpresas e intermitencias.
Suele encerrarse en sus cuatro paredes para contemplarse y contemplar todo lo que tuvo atrás. Es más un cielo o un infiernillo de imágenes que lo aborda en su introspección.
Suele tener como materia en alimento para sus historias que a manera de idolatría muestra su propia vida que se libera de los rigores y se hace en mágica.
Busca las lecturas como el rincón preferido en donde descansan sus pesares, voluntades, ilusiones y sus fuerzas para cambiar su vida.
En cada viaje largo o corto trata de atrapar con su vida cada instante como imagen irrepetible, es feliz huyendo de la ciudad y se esconde del mundanal ruido.
Ama a la naturaleza y detesta a la mucha tecnología porque eso implica la animalidad, el perder la idea de individualidad y formar versiones repetidas de hechos duplicados en la vida.
El escribir no es hecho para el dinero, por el dinero o con el dinero sino que es el placer terreno que puede alcanzar la divinidad en la tierra celestial.
Ama con intensidad y se entrega en cada segundo para ser feliz a quien tiene a lado con un desprendimiento que sólo el amor lo puede dar.
El ser escritor es tantas cosas, como el universo que expande al abrir un libro y que se va escribiendo cada día para no terminar porque es una historia que da vida y no se acaba.
JULIO CÉSAR BENAVIDES PARRA
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