lunes, 16 de mayo de 2011

LA CIUDADANA K NO QUIERE TRABAJAR

Despertó feliz porque había soñado que era presidente aunque era una impropia, hacia se que se regodeara de felicidad.

Ella lo había aprendido de su padre, cuasi emperador de la república que en sueño lunático había querido enquistarse en el poder como tornillo prensado.

En lo que se refiere a la retórica hablaba y a veces no se lo creía lo que decía , pero ello la había llevado a ser primera dama, congresista y ahora candidata a la presidencia. Era la ciudadana K.

Y eran sus promesas irrealizables y sentarse con el grupo de empresarios poderosos que sonreían y en retahíla le daban grandes cheques por arrodillarse y hacerle caso a cada una de sus insensateces.

Ella sabía negar cada vez que entendía y había que poner la cara de tonta o hacerse la lorna. La tenía clara. Cuando tiempo atrás era primera dama y su mamá “la chinita feliz” quedó como pollo quemado por el tragaluz ella no dijo ni michi pero cobraba “chin chin”.

Se veía toda gordota en el espejo pero no perdía su autoestima. Era feliz, se ponía el mejor vestido, corría o se embutía lo mejor, tenía un camionetón del año con la estolidez de los tontos peruanos.

Ahora disfruta del prestigio de un economista famoso que antes había sido embaucado por su padre, pero él tonto tantas veces había regresado como perro manso y prometía títulos de propiedad a las comunidades campesinas y era un truco para engullir sus tierras y los bancos se comieran a los pequeños.

Tenía un lugar de adoración a su padre, en su cuarto en donde recibía instrucciones paso a paso de su padres, el respetado y nada ladrón, nada asesino, nada mentiroso. En verdad era una piltrafa humana.

Había que saber de que tamaño era la mentira , el hecatombe, la muerte, la desverguenza, el olvido, el fango, la fuerza de desasosiego para entender a esa facción que como secta inundaba al país d el negociado con pus y carne podrida,. Lo hediondo Salía de sus poros.

Su padre llamaba. Su niña lloraba. Su madre tosía y su esposo tenía un dolor de cabeza. Atendió al dictador que desde los pantanos de metal planeaba encumbrar a su pequeña en otra pesadilla para nuestra patria. Despertó y vio que todas sus alucinaciones habían sido detenidas por una puerta cerrada y el candidato opositor había salvado la dignidad del país de las tantas sorpresas. 16/05/11

JULIO CÉSAR BENAVIDES PARRA

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