sábado, 20 de noviembre de 2010

DE LOS HABITUALES RITOS DEL ESCRITOR

El buen escritor se ve envuelto por la seducción de la vorágine de la vida que lo tiene absorbido como prisionero feliz de sus sorpresas e intermitencias.

Suele encerrarse en sus cuatro paredes para contemplarse y contemplar todo lo que tuvo atrás. Es más un cielo o un infiernillo de imágenes que lo aborda en su introspección.

Suele tener como materia en alimento para sus historias que a manera de idolatría muestra su propia vida que se libera de los rigores y se hace en mágica.

Busca las lecturas como el rincón preferido en donde descansan sus pesares, voluntades, ilusiones y sus fuerzas para cambiar su vida.

En cada viaje largo o corto trata de atrapar con su vida cada instante como imagen irrepetible, es feliz huyendo de la ciudad y se esconde del mundanal ruido.

Ama a la naturaleza y detesta a la mucha tecnología porque eso implica la animalidad, el perder la idea de individualidad y formar versiones repetidas de hechos duplicados en la vida.

El escribir no es hecho para el dinero, por el dinero o con el dinero sino que es el placer terreno que puede alcanzar la divinidad en la tierra celestial.

Ama con intensidad y se entrega en cada segundo para ser feliz a quien tiene a lado con un desprendimiento que sólo el amor lo puede dar.

El ser escritor es tantas cosas, como el universo que expande al abrir un libro y que se va escribiendo cada día para no terminar porque es una historia que da vida y no se acaba.


JULIO CÉSAR BENAVIDES PARRA

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