sábado, 6 de marzo de 2010

PARA LLEGAR A VENTANILLA

No se hundían mis pies
más bien luchaban por
caminar y así llegar impecable

La arena formaba el camino
el viento soplaba
y al nadar, si habían pasos
era un desierto andante
que se dispersaba
al mirarlo.

Sembrado de soledad
de vacíos
que se palpaban con el tacto
con voces débiles
se vienen cansando
mis pasos
muy lejos, lejos lejos …
de los abrazos
de los míos

Por ambos lados
las preguntas son partes
de este interminable andar
y el auto
vuela, vuela tanto
o se hace invisible
entre imbatibles arenas.

Silban los vientos
apretujan mis oídos
los sonidos dispersos
y sigo mirando al frente
para luego de tantos
tramos superados estos son devorados
por el correr del auto
al llegar a VENTANILLA. 01/02/10

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