jueves, 24 de diciembre de 2009

DEL HOMBRE QUE SALIÓ DEL MAR Y CREYÓ EN UNA DESCONOCIDA

Había desaparecido el mar y el precipicio, la profundidad de una caída, el cansado peso de la arena en su memoria porque lo había visto en sus ojos, como fascinación y tormento. El lo había hecho como una avalancha de palabras que acabaron mareando a la mujer que lo acompañaba y salpicaba risa más risa, eran tan felices.

Olvidaron a dos amigos atrás, como maníaticos se miraban, se contemplaban, se reían sin parar.

La arena que hacia el camino agotado, el sonido del aire esrellado, el calor remecido, la soledad de sus cuerpos y así se iban expandiendo sus brazos que llegaban al norte.

Caían sus cabellos, se dibujaban sus aureolas circulares, su rosro de niña traviesa y no se cansaba de hablar y atropellaba en una difusa incoherencia verbal.

El llegaba al mar, se acercaba a su hogar, al mar de donde había salido. Había reflotado su ciudad de las profundidades. Ahí comenzó la historia de su patria de la humanidad entera.

Mar eres y en el mar estarás , sonido melodioso de las sirenas de alllá y de la serpiente que él no sabía lo acompañaba intensamente atento la miraba y ella lo enredaba con su encanto.

Al llegar al epicento de su corazón, a nacer de nuevo en Barranca, pudo ser el más astuto delfín que nadó contra la corriente para salvar su vida y no caer, en la sombra con la sombra que tenía figura de mujer y esta se dio como objeto a quien quisiese, el hombre del mar buscó sus sirenas y las encontró, siguió nadando para luego regresar al casco urbano donde no hay aire ni paz ni corazones.
15/12/09

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